Cooperativas de vivienda, una solución de Uruguay a México para impulsar el derecho a la vivienda
América Latina es la región más urbanizada y a la vez desigual del planeta. De este caldo de cultivo se creado una enorme desigualdad habitacional, donde una gran parte de la población vive precarizada y marginalizada. En respuesta, han nacido complejas articulaciones ciudadanas que buscan cubrir uno de los derechos humanos más básicos de protección: el derecho a la vivienda, íntimamente conectado al derecho a la ciudad. Soluciones alternativas que, armadas de voluntad, logran cambiar los horizontes urbanos.
El cooperativismo de vivienda, en América Latina, surge de esta lógica creativa que propone una producción social del hábitat y una educación a vivir ética y políticamente, con la idea que si los problemas son globales la solución también puede serlo. La Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua (FUCVAM) es un buen ejemplo de este modelo cooperativista latinoamericano y su larga historia lo demuestra.
El cooperativismo de vivienda llega al Uruguay de la mano de una experiencia piloto propuestas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el año de 1966. Se trataba de otorgar al gobierno uruguayo un crédito para paliar el déficit habitacional, principalmente en la población de menores ingresos. Como todo proyecto, se pedía del beneficiario una contrapartida. En este caso el BID aseguraba el 85% del costo estimado del proyecto y el gobierno uruguayo debía asegurar el restante 15%. Tratándose de un proyecto de vivienda, el gobierno en turno trasladó directamente a los beneficiarios la responsabilidad de aportar ese porcentaje y ofreció dos opciones: podían aportarlo en dinero a través de un mecanismo llamado “Ahorro Previo”; o podían integrarlo a través del trabajo directo en las obras de construcción como mano de obra no especializada. A este mecanismo se llamó “Ayuda Mutua” y es lo que caracteriza el cooperativismo de vivienda uruguayo.
Lo de FUCVAM es un modelo que logró aglutinar a más de 22,000 familias en un total de 515 cooperativas activas en todo Uruguay y convertirse en la política pública más relevante para abatir el déficit habitacional en el país
Uno de los logros más importantes de la Federación ha sido la Ley de Vivienda de 1968. Anteriormente, las cooperativas de vivienda se regían, por la ley Nº 10.761, que regulaba todas las modalidades cooperativas, excepto las agrarias: las cooperativas de vivienda estaban incluidas en la categoría genérica de “cooperativas de consumo”. Los cooperativistas uruguayos lucharon hasta obtener una nueva ley, La Ley 13.728, la cual aporta una regulación jurídica orgánica de las cooperativas de vivienda, en primer lugar, reconociéndolas como una modalidad específica. Establece, además, diversos tipos de cooperativas de vivienda y regula, especialmente, aquellos que introducen características novedosas, como las cooperativas de Ayuda Mutua.
La normativa jurídica pasó a ser un elemento que facilitó la constitución de cooperativas de vivienda y la formación de un movimiento popular: un éxito que no pasó desapercibido en América Latina.
En 2010, a partir del modelo uruguayo, y gracias al apoyo de la Agencia de Cooperación Sueca, nace COCEAVIS –Coordinadora Centroamericana Autogestionaria de la Vivienda Solidaria– conformada por entidades de asesoría técnica y organizaciones sociales de segundo grado que coordinan y dan dirección política a las 65 cooperativas creadas en los cinco países de la región centroamericana: Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica. La COCEAVIS representa a 2,962 familias excluidas del mercado formal de vivienda y del crédito público, muchas de las cuales aún residen en asentamientos precarios, impulsando proyectos de ley de vivienda de interés social y sobre todo programas que incluyen financiamiento estatal para las cooperativas de viviendas.
Ilustración 1: Cooperativas de vivienda en Centroamérica, 2015
A diferencia de Uruguay, donde se ha luchado por una Ley de vivienda que reconoce y regula diferentes tipologías de cooperativas de vivienda, en la experiencia de COCEAVIS han quedado evidenciadas las dificultades que conlleva la ausencia de marcos legales y financieros de los países centroamericanos que posibiliten el acceso a la vivienda a los sectores de menores recursos particularmente para la obtención del acceso al suelo urbano. La lucha de COCEAVIS está aún en curso.
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El FUCVAM también ha asesorado en su fase final a la cooperativa de viviendas mexicana Guendaliza’a (que significa “hermandad” en lengua zapoteca). El objetivo de la cooperativa era la construcción de un espacio de vida digno para 48 familias del oriente de la Ciudad de México. Los vecinos y vecinas hallaron un predio en la colonia Cuchilla Pantitlán que estaba en desuso. El dueño del predio, sensible a la causa del grupo, accedió a la venta mediando un precio justo, que sin embargo rebasaba lo ahorrado por los solicitantes. Por este motivo se requirió en 2012 el apoyo crediticio del Instituto de Vivienda de la CDMX (INVI) en la figura asociativa de Sociedad Organizada en Lucha (SOL), a través de la cual se obtuvieron los recursos para comenzar la obra. En su esfuerzo por hacer efectivo su derecho a la vivienda, estas familias se han encontrado con el modelo cooperativista y ahora tienen la difícil tarea de abrir el camino hacia una nueva generación de políticas públicas que consideren estos nuevos fenómenos cooperativos.
Ilustración 2: Diseño del arquitecto Eduardo Mujica de la Coopertiva Guendaliza’
Zabad, un integrante de Guendaliza’ cuenta: “El problema no ha sido en definirnos como cooperativa, la cuestión es que el INVI, quien es el agente financiador, no nos otorgó la propiedad colectiva. El FUCVAM nos ha ayudado para cambiar la legislación local en este tema concerniente la propiedad colectiva. Aunque no se haya aun logrado este cambio, seguimos luchando para que pueda ser posible”.
A la par, la cooperativa Guendaliza’ ha venido impulsando un programa de mejoramiento barrial que busca mejorar la convivencia y los servicios en beneficio de los habitantes de la zona. Según una modalidad típica de FUCVAM que en sus cooperativas incorpora lugares de convivencia barrial, el diseño del conjunto habitacional de Guendaliza’ integra dos espacios abiertos a todos: un comedor comunitario y una clínica. Una construcción cooperativa por su derecho a la ciudad.
La auténtica penuria del habitar no consiste en la falta de casas, como decía el filósofo Martin Heidegger, la auténtica penuria de viviendas es más antigua aun que el crecimiento demográfico y la revolución industrial; reside en el hecho que antes de todo debemos volver a buscar la esencia del habitar: debemos aprender nuevamente a habitar. El cooperativismo de vivienda latinoamericano es en primer lugar una pedagogía del habitar, y la temprana realidad de Guendaliza’ es un nuevo ejemplo para recorrer este camino en tierras mexicanas.
Fuente: La Brújula