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Arquitecta mexicana intervendrá en los jardines de Kensington

Arquitecta mexicana intervendrá en los jardines de Kensington

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El tiempo, recuerda la arquitecta Frida Escobedo (Ciudad de México, 1979), siempre ha sido una obsesión en su despacho. La relación temporal que se tiene con un espacio es algo que ha formado parte de su trabajo como proyectista, por lo que no dudó en integrar el Meridiano de Greenwich dentro del diseño que le mereció ser elegida para crear el Pabellón 2018 de la Serpentine Gallery, en los jardines de Kensington de Londres, a unas cuantas millas del meridiano cero, línea imaginaria que marca las longitudes y usos horarios en el mundo.

La proyectista de 38 años entró al selecto grupo de firmas que han sido seleccionados desde el año 2000 por la galería británica para crear anualmente un espacio temporal. Su nombre se suma al de arquitectos de la talla de Oscar Niemeyer, Toyo Ito, Frank Gehry, Zaha Hadid y Rem Kolhass, entre otros.

Escobedo, anunció la Serpentine Gallery, recibió el encargo de diseñar el Pabellón 2018 gracias a que su proyecto aprovecha una sutil interacción de luz, agua y geometría, a partir de un diseño atmosférico en el patio que se inspira en la arquitectura doméstica de México y los materiales y la historia de Gran Bretaña, específicamente la primera línea meridiana del Observatorio Real de Greenwich.

–Puede contar cómo fue el proceso para que la designaran ganadora.

–Fue un concurso por invitación. Este año invitaron a diez oficinas de arquitectura de diferentes generaciones y se dio el proceso interno dentro de su grupo de curadores de la Serpentine Gallery. Unas semanas después de que entregamos el proyecto nos dijeron que ya estábamos seleccionados.

–Pero, ¿cuál fue su proceso? La Serpentine destaca como antecedente su trabajo de restauración de La Tallera, en Cuernavaca, que tuvo un particular cuidado en la selección de materiales en relación al espacio, la luz y la temperatura que generan.

–Ahora que menciona La Tallera, creo que en ese proyecto era importante entender bien los materiales, no nada más en términos de cómo iban a trabajar en el espacio que teníamos, sino de cómo iban a estar en el futuro. Es un edificio público, era importante usar los mejores recursos y condiciones. Eso nos hizo buscar materiales de bajo costo, pero que envejecieran bien. La Tallera fue una gran lección que pudimos retomar para este pabellón. A pesar de que el pabellón está sólo cuatro meses en el parque, después encuentra una vida nueva en otro lugar y eso da una oportunidad para ver si encontramos materiales que luzcan bien, que vayan absorbiendo el contexto. Por eso usamos material industrial de bajo costo, una teja de concreto que se produce masivamente en Londres, algo común y barato. La idea fue apilarla para generar un patrón distinto que nos permitiera controlar la salida que queríamos hacia el parque, además de que las ondulaciones generan otro tipo de efecto, otra entrada de luz, reflejos y transparencias, esa fue la forma de generar toda esta complejidad a partir de algo tan sencillo como es un material industrial.

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–¿Qué tanto definió su diseño hacer un pabellón temporal?

–La temporalidad no es desechable. Un pabellón no tiene que ser desechable, puede convertirse en otra cosa. A veces es desechable, pero la lección es que puedes experimentar todas estas ideas que a lo mejor no podrías hacer con un edificio normal. El tiempo, el costo, el tamaño y todas las cosas que tienen que suceder alrededor de un edificio que en otro contexto no podrías experimentarlas, en un proyecto de esta escala sí puedes hacerlas. Se vuelve como un laboratorio donde puedes probar otras ideas y decir ‘¡ah!, funciona’, para luego llevarlas a otra escala. Si lo ves así, tenemos una oportunidad increíble de generar estos espacios temporales, porque te permiten probar no sólo materiales, sino reacciones de la gente. Entonces me pareció fascinante que sea algo temporal.

–Serpentine difundió una imagen de su pabellón, pero, ¿puede describir su diseño?

–Como aparece en el render es la forma en la que transcribí el patio; otro reto fue cómo hacerlo local y que hablara del sitio. Una de las obsesiones en el despacho es el tiempo, qué es lo que sucede con el tiempo y el espacio. ¡Qué coincidencia que
Greenwich está a unas millas del centro de Londres. Por eso decidimos utilizar esta línea abstracta, que define entre muchas otras cosas un espacio social, para reconocerlo de una manera y ver cómo esta dualidad del tiempo abstracto de pronto se disloca y tiene un traslape que se vincula con procesos internos. Esto que se llama la duración, devenir, que va sucediendo mientras lo hacemos.

–Cuando se anunció que usted fue seleccionada para hacer el pabellón, se destacó que era la mujer más joven dentro de este grupo de grandes firmas de arquitectura. ¿Eso para usted qué significa?

–Son cosas que van sucediendo con los concursos. Lo veo como una oportunidad interesante. Lo que me parece muy valioso es que se abran espacios para personas más jóvenes, y que tengas la oportunidad de competir con despachos consolidados. Estaba muy variada la competencia, eso me parece bien, porque te genera otro tipo de conversación. De pronto ponerte el reto de hacer algo que ya hizo un arquitecto que es una estrella implica una serie de nuevos retos.

–Además de este proyecto que le dará visibilidad internacional, ¿qué otras cosas está diseñando?

–Estamos haciendo proyectos a muchas escalas, sabores y colores. Estamos haciendo un proyecto que tiene que ver más con escultura y espacio público. Una reinterpretación de la Ruta de la Amistad que se va a instalar la primera pieza de manera permanente en un espacio público, va a ser en Francia, justo para la celebración de 50 años de las Primaveras del 68. El proyecto revisa muchas capas: la política, la historia, la monumental y la material. Se va a instalar en la primavera de este año en el Jardín Botánico de Orleans. Es interesante. Se trata de otro proyecto que no tiene que ver con arquitectura de manera clásica. Pero también hacemos vivienda de interés social, casas privadas, estamos trabajando en un par de hoteles, estamos haciendo un proyecto de investigación, doy clases. Entonces las cosas que están sucediendo son muy diversas y eso nos mantiene muy frescos y muy activos.

Fuente: Excélsior

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