Neuroarquitectura: cómo los espacios en una vivienda modifican al cerebro
Neuroarquitectura, esta disciplina trata de entender cómo el espacio afecta al cerebro y en consecuencia, al estado emocional y comportamiento de las personas.
¿Cómo serían los espacios si los arquitectos diseñaran viviendas basadas en las emociones, la salud y la felicidad del usuario?
Por ejemplo, hospitales que ayuden a la recuperación de los pacientes, escuelas que fomenten la creatividad, espacios de trabajo que hagan que sus usuarios permanezcan más centrados durante el día.
Esto es la neuroarquitectura: diseñar entornos eficientes basados no solo en parámetros técnicos de legislación, ergonomía y confort ambiental, sino también en índices subjetivos como la emoción, la felicidad y el bienestar. Con los avances de la neurociencia, cada vez es más fácil medir estos índices y comprender cómo las formas, los colores y las escalas pueden influir en las percepciones humanas.
No existe una receta prefabricada para aplicar la neuroarquitectura, pero sí algunos detalles que se pueden observar en la construcción de los espacios. Si se trata de un espacio relajante como un restaurante o incluso una vivienda, usar luces amarillas que son más acogedoras puede ser más conveniente. Si se trata de un hospital, un entorno de curación y tratamiento, tal vez otros colores como el azul y el naranja, conocidos por ser refrescantes, serían más interesantes.
Por lo que se refiere a los muebles, por ejemplo, en un jardín de niños, las curvas serían más indicadas que las esquinas, que se asemejan al peligro y al miedo. También se sabe que la vegetación está asociada a la conexión con la naturaleza, que además de ayudar a elevar la calidad del aire en el interior de una vivienda, aporta más tranquilidad a los usuarios.