
Movilidad urbana más sustentable después de la pandemia
Se ha observado que la crisis sanitaria hizo que la movilidad urbana cambiará. La demanda de viajes se redujo en respuesta directa al cierre de establecimientos y al trabajo en casa. Al mismo tiempo, se observó un impulso mayor al momento de trasladarse de un lugar a otro, como andar en bicicleta y caminar, mientras que el uso del transporte público, ahora asociado con la amenaza potencial de contagio, disminuyó. Sin embargo, aún se necesita más información para conocer completamente el verdadero riesgo de que el transporte público contribuya a la propagación de una pandemia.
Actualmente hay estudios iniciales que sugieren que, en las condiciones adecuadas, el transporte público sigue siendo uno de los medios más seguros y esenciales para moverse por las ciudades. Conforme se levantan las prohibiciones y se restaura el movimiento, se tiene evidencia considerable de que un gran número de personas están prefiriendo el vehículo particular para moverse o prefieren realizar trabajo remoto para evitar desplazarse de su hogar al lugar de trabajo.
Un cambio significativo fue la proliferación del transporte no motorizado, provocada tanto por las regulaciones públicas como por las respuestas individuales. En un contexto en el que el distanciamiento social era fundamental, la bicicleta ofrecía la posibilidad de un transporte urbano seguro debido a la separación natural que proporciona entre los usuarios.
Estos modos también cobraron más importancia en algunas ciudades, ya que se restringió o desalentó el uso de vehículos motorizados privados. Las ciudades transforman su infraestructura para caminar y andar en bicicleta en respuesta a la crisis sanitaria.
Sin embargo, falta mucho en las ciudades de América Latina, falta infraestructura, educación cívica tanto para peatones como conductores de vehículos. Esta es una oportunidad para los gobiernos para promover movilidad urbana, segura, sustentable y asequible para mitigar los contagios y permitir a los ciudadanos nuevas alternativas de transporte. De acuerdo con Onu-hábitat caminar y andar en bicicleta han demostrado ser alternativas bienvenidas para muchos habitantes urbanos durante la pandemia.
Ejemplo de ello, algunas ciudades en el mundo están implementando nuevas posibilidades de movilidad para las personas
. La ciudad de Montreal respondió con la creación de “Líneas seguras activas”, una red de corredores de transporte accesibles para peatones y ciclistas que representaron 112 kilómetros adicionales de ciclovías y rutas peatonales.
En Bogotá, Colombia se buscó una alternativa creativa a los trenes y autobuses en respuesta a la pandemia, con el desarrollo de 84 kilómetros de ciclovías temporales a principios de 2020 para sumar la extensa red de ciclovías de la ciudad.
En Milán, Italia, el centro de la ciudad se remodelará parcialmente para asignar unos 35 kilómetros de espacio vial a ciclistas y peatones, con límites de velocidad reducidos para los vehículos de motor para garantizar su seguridad.
En Bruselas, Bélgica, todo el núcleo de la ciudad se transformó en una zona prioritaria para ciclistas y peatones.
En París, Francia, los carriles para bicicletas se ampliaron de manera similar y se abrieron varias ciclovías de larga distancia planificadas antes de lo previsto.
De realizarse estos cambios de forma permanente a favor de la movilidad urbana sin vehículos de motor, podrían tenerse beneficios con impacto sustentable. De igual forma, mantener el cambio hacia el transporte no motorizado tiene el potencial de contribuir a estilos de vida activos que mejoren la salud personal y reduzcan las emisiones de CO2. Además, las mejoras en las aceras, ciclovías y otras infraestructuras pueden aumentar la seguridad vial al reducir los conflictos entre diferentes modos de transporte en las ciudades.